El anàlisis - Montserrat Tapias (periodista y escritora) - publicat al Diari de Tarragona un dia del mes de maig.
" Leí en una ocasión la queja de una señora que decía "sentir" que había entrado a formar parte del grupo de mujeres invisibles, pues nadie reparaba ya en ella ni en el trabajo, ni en los transportes públicos, ni en las tiendas, ni en casa y por descontado, era completamente invisible en cuanto a despertar el más mínimo sentimiento de atracción"
La edad invisible es aquella en la que no se es fea, pero tampoco muy guapa, no se tiene un cuerpo diez, pero tampoco se merece un cero. Nadie la ve si va vestida de acuerdo con su figura y edad, pero, !ay¡ , mucho cuidado con ir excesivamente arreglada o descuidadamente desarreglada; entonces sí se hace visible, !bien visible¡
A esta edad yo, al contario que esta señora, la llamaría "la maravillosa edad invisible" ?por qué¿ Sencillamente porque entrar en esta edad significa haber superado la barrera de los cincuenta y, por lo tanto, con más o menos alegrías y dificultades, con más o menos exigencias personales y con medio siglo de vida a las espaldas.
Los que formamos parte de este gremio y hemos tenido la suerte de haber podido formar una familia, en mi caso numerosa, tenemos los hijos en unas edades en la que pueden volar perfectamente solos, algunos ya lo hacen. No necesitan de nosostros nada más que compañía, quizá consejos, servicios de canguros, pero nada más; no nos necesitan para sobrevivir.
La edad invisible es la de la tranquilidad de la vida y de la muerte. No es que piense en morirme, ni muchísimo menos, pero si ésta llegara ahora, nuestra desaparición no supondría una pérdida desgarradora. Los hijos tienen una vida por delante, con unas ilusiones y proyectos que deben llevar a cabo. Es distinto entre los esposos, ya que el que se queda tiene que aprender a vivir, pero no solo, sino a medias, porque ha perdido su mitad.
A qué viene todo esto, pues porque el pasado día 19 asistí al entierro de Luis Francisco, ...., un niño de 18 años muerto en accidente de circulación, ex alumno del IES J.P. de R., donde soy profesora.
No fue alumno mío, pero quise estar junto a su familia porque yo sí sabía lo que estaban viviendo y en cierta manera, aunque de ello haga 10 años, también lo reviví. Sí, el dolor por la muerte de un hijo es tan profundo, tan desgarrador, que te transforma por completo y a la vez que sufres, no sientes nada. Nada es importante, nada tiene valor. La vida se confierte en un levantarse todos los días para volverse a acostar todas las noches. Respirar y vivir. Este es el castigo, vivir, a pesar de todo, seguir viviendo.
Pero la vida sigue y con ella el matrimonio y los hijos y hay que volver a sentir, a darles a los hijos el amor, el cariño, la alegría a la que tienen todo el derecho, a tener unos padres que piensen en ellos, que rían con ellos, que sean felices con ellos, que sigan viviendo con y por ellos.
Por es pienso, insisto, que la edad invisible es una edad maravillosa en la que pasas desapercibido incluso ante la muerte. Evidentemente que hay tristeza, no seríamos humanos si no encontráramos a faltar a las personas que queremos, pero ya no desgarramos y aunque sea poco elevado, pensar que el día que yo muera no destrozaré la vida a nadie, me da mucha tranquilidad.
Recuerdo haber oído que Dios no es un ladrón furtivo que está al acecho. Dios es un jardinero, un buen jardinero que coge las flores en su mejor momento, ni demasiado pronto, cuando auún no muestran su belleba, ni demasiado tarde, cuando ya empiezan a caer sus hojas. Seguro que a L. igual que a X. i Y. , el mundo les había quedado pequeño, necesitaban nuevos y grandes horizontes que ahora ya poseen. Que seáis felices, muy felices, y pensad en vuestra familia, que os sigue echando en falta. "